Sirva esta mi presentación como Hermano Mayor en la remozada página web, como declaración de intenciones de por dónde debe discurrir el andar nazareno de nuestra Hermandad.
Desde un presente consolidado, tras algo más de 30 años de historia, la mirada hacia el futuro inevitablemente llena de ilusión y optimismo a esta Junta, pero a un tiempo abruma la responsabilidad por conservar y engrandecer, si se puede, la herencia recibida.
No ha resultado fácil llegar hasta aquí. No siempre hemos sido respaldados en nuestra línea del cómo hacer Cofradía. Pero lo que nadie ha puesto en tela de juicio es el por qué y el para qué de la Hermandad de la Salud.
Y en este punto estamos. Somos como somos porque siempre hemos tenido clara la vocación cofrade y el compromiso cristiano, la cofradía como medio y no como fin.
Las cofradías son quizás las entidades que mejor reflejan el estado de la sociedad. Son altavoces del devenir diario de la colectividad en la que se incardinan. La nuestra no es ajena a esta premisa y por tanto ha disfrutado de los tiempos de bonanza pasados y ahora compartimos las horas de zozobra, dudas y carestía que viven nuestros hermanos.
Ahora la realidad, en forma de crisis, llama a nuestra puerta, nos interpela e interroga y nos obliga a replantearnos nuestras prioridades. En épocas de crisis el realismo y la sensatez son el mayor patrimonio.
Es el momento de tensar velas y cuando fuera truena y diluvia, mirar hacia dentro, hacia nuestra casa, hacia nuestros pilares.
Los hermanos. Base de la hermandad. Abrir la casa, su casa, y potenciar la vocación de acogida que tenemos. Favorecer los encuentros y convivencias en las fechas tradicionales y celebrar con devotos, nazarenos, y hombres de trono nuestra común pasión por el culto externo que celebramos.
Tenemos que conseguir que nuestra casa, que tanto esfuerzo costo edificar, no sea un simple almacén de tronos, que sea una casa abierta, que el que allí llegue se encuentre arropado y atendido.
El culto. El para qué nacemos como hermandad. Potenciar nuestros cultos y actos litúrgicos, sobre todo los que celebramos fuera de Semana Santa.
El cofrade cuida y participa enormemente en el culto externo y esa imagen que lo sublima, lo somete, lo sobrecoge el día de la salida procesional, después queda bastante olvidada durante el resto del año.
Debemos dignificar a nuestros Titulares en sus cultos, interno y externo, dignificarlos en sus capillas, en el día a día.
La obra social. Nuestra vocación por el enfermo. Hoy tan enfermo es el que padece dolor físico como el que sufre al no poder dar sustento a su familia.
No hay excusas ni evasivas, sin caridad esto no tiene sentido y ahora en que hay verdadera hambre, menos.
Nos vemos obligados a redistribuir nuestra inversión, ya mermada por la propia crisis, y entender que pagar la luz de una familia, o facilitarles el sustento básico, es la mayor lamina de oro que puede llevar el trono de nuestro Titular. Ojala nuestro Cristo trasmita Esperanza sobre un trono dorado por las obras sociales que hemos hecho en su nombre.
La formación. Pilar endeble del cristiano y por ende del cofrade. Creo que es muy difícil vivir la fe en soledad, que el ejemplo y el compromiso forman a los que te rodean y por tanto entiendo que la formación va mucho más allá de una charla en Cuaresma o Adviento.
Formación es la que cada día nos damos unos a otros viviendo en cofrade y en cofradía, manteniendo un espíritu alegre y positivo, dialogando en nuestras juntas, compartiendo y disintiendo en el devenir diario, sirviendo y trabajando.
A esta formación también apelo, sin olvidar la propiamente religiosa, a la formación con el ejemplo. Que la gente que se acerque a nosotros aprenda viendo como lo hacemos, se catequiza mas haciendo que diciendo.
En fin, retos de futuro en nuestra Hermandad joven pero heredera de unos principios, ser cofrades en Málaga, que ya tienen varios siglos, y a los que nos adherimos y abrazamos con la vocación plena de ser una Cofradía de Málaga y abierta a Málaga.
Un abrazo a todos.
Jose Carlos Garín Valle.